Volver a dar clases

Cada vez que regreso a la universidad de donde salí, me reciben como si fuera una rockstar. No lo digo con ego. Lo digo con gratitud. Porque siempre me tocan alumnos brillantes: curiosos, intensos, creativos. Los que no se conforman con poco. Los que vienen con hambre de saber.

Comencé a dar clases en 2014. He impartido de todo: desde Diseño Editorial hasta Sociología de la Moda. Desde Redacción para medios hasta Innovación y Sostenibilidad. He enseñado a escribir, a pensar visualmente, a mirar con otros ojos, a presentar ideas con carácter.
Y lo que más me sigue marcando es esto: cuando un exalumno me dice que hoy le pagan por algo que aprendió en mi clase.

Ahí es cuando me cae el peso (y el privilegio) de enseñar.

Porque enseñar no es solo “explicar cosas”.
Es abrir puertas.
Es marcar la diferencia entre alguien que duda de su talento y alguien que se anima a creer en él.
Es ayudar a formar criterio, no solo técnica.

Muchos de mis primeros alumnos hoy ya son colegas. Algunos se volvieron amigos. Y cuando los veo trabajando con pasión, cuando se posicionan, cuando los invitan a dar clases ellos también, me explota el corazón de orgullo.

Por eso vuelvo. No por rutina Sino porque es una responsabilidad.

Responsabilidad de compartir lo aprendido, de actualizar la conversación, de no dejar que la educación se vuelva un trámite, de acompañar a quienes vienen detrás para que lleguen más lejos.

Si alguna vez fuiste mi alumno, gracias por dejarme enseñarte. Y si vas a serlo ahora… prepárate, que volvimos con todo.

Next
Next

¿Y si se acaba el mundo sin que estrenes ese perfume?