The Eye Must Travel
A blog for design inspiration and exploration. We journey through the vibrant worlds of art, architecture, fashion, and interior design, uncovering the stories and creativity behind some of the most captivating visual experiences. I want to share the things I love. Join me as we travel through color, form, and style and get ready to see design through a new lens.
El regreso del color: las paletas que definirán el 2026
Después de décadas de desaturación y ansiedad visual, 2026 llega no solo con una nueva paleta, sino con una nueva intención: volver a sentir. Los colores del año no vienen a “decorar” la cultura, vienen a dirigirla. Y cuando cruzamos las predicciones de Pantone, Sherwin-Williams, WGSN, Coloro y las lecturas de industria en Forbes, aparece un mapa sorprendentemente coherente: el color regresa como señal emocional, como identidad y como resistencia suave.
La era del gris y por qué el color está listo para volver.
Cada diciembre, las marcas, las industrias creativas y el mercado entero esperan el anuncio del “Color del Año” como si fuera un horóscopo global. Y aunque pueda verse como una estrategia de marketing (y lo es), también funciona como un termómetro emocional de la humanidad.
Americana Tropical
La primera vez que vi al Alca torda sentí algo raro: una mezcla entre admiración, envidia estética y un ligero “¿cómo se atreve este pájaro a ser más chic que una persona?”. Negro y blanco impecable, eyeliner blanco perfecto, actitud de “acabo de salir de una editorial escandinava y no necesito tu aprobación”. Una presencia pulida, casi silenciosa, con la misma frialdad calculada de un diseñador nórdico que factura en paz.
El lujo invisible
En esta era, el dinero no compra objetos, compra moralidad. La gente adquiere sostenibilidad, propósito, minimalismo curado por un algoritmo. Se hacen fotos meditando frente al caos del mundo y lo llaman balance. Pero no es paz; es distancia. El lujo invisible consiste en poder elegir qué sufrimientos mirar y cuáles ignorar.
El ego no paga facturas: 6 formas en que puede costarte tu negocio
Todos hemos estado ahí: esa vocecita interna que dice “yo puedo solo”, “mi marca es distinta” o “nadie lo hace como yo”. El ego nos protege, nos da seguridad y hasta puede impulsarnos a defender lo que vale nuestro trabajo. Pero cuando se convierte en piloto automático… termina costándonos caro.
5 errores comunes que le cuestan caro a tu marca y negocio.
En más de 16 años trabajando en comunicación, diseño y marketing he tenido la suerte de moverme entre distintos rubros y fases del negocio. Y aunque estos tres mundos parecen lo mismo, en realidad son músculos distintos que juntos sostienen una marca.
La trampa del “algún día”: por qué posponer tu estrategia te sale más caro
En el mundo de los negocios hay una frase que se repite como un mantra: “Ya lo veremos después”. Después de crecer. Después de vender más. Después de que haya tiempo.
El problema es que ese “algún día” casi nunca llega. Y mientras tanto, tu marca paga la factura.
What’s really holding your brand back — and it’s not your logo
Most brands that come to Capitol Circle don’t need a new logo.
They need clarity, coherence, and direction.
Yes, good design helps. But if what’s underneath is messy, disconnected, or half-baked, a rebrand will only give you prettier confusion.
Cuando la Constancia Vende Más que Cualquier Oferta
Imagina que estás vendiendo un producto que vale más de $200 dólares. No es el más barato del mercado. No es el que la gente compra “por si acaso”. Es una inversión consciente.
Ahora imagina que tu competencia publica cada semana en TikTok, Instagram y su precio no supera los $50. Que la gente te dice que si no haces lo que está en tendencia, no existes. Que mientras tú piensas en calidad y servicio, otros prometen resultados exprés.
El marketing de hoy son las ventas de mañana
Lo ves en todos lados: La recesión entra por la puerta y lo primero que vuela por la ventana es el presupuesto de marketing. Te explico por qué pasa eso, qué ideas equivocadas hay detrás… y qué dice la experiencia real.
Porque cuando el barco se tambalea, los capitanes buscan remar hacia la orilla más cercana: vender más, como sea. Así de claro. En tiempos de incertidumbre económica (recesión, inflación, bajo consumo), muchas empresas entran en modo supervivencia y piensan:
“Si no puedo bajar costos más, tengo que aumentar ingresos. ¿Cómo? Metamos más gente a vender”.
Cuando lo barato sale caro (y lo trending no siempre sirve)
Hay una tendencia peligrosa en el mundo de las marcas: hacerle caso a la moda, al primo que “sabe de diseño”, al sobrino que le gusta la “foto”, o al proveedor más barato... y venir corriendo a buscar ayuda cuando ya se está quemando la cocina.
Y no te lo digo por teoría, te lo digo porque este año la mayoría de mis clientes no llegaron queriendo crear algo desde cero.
Llegaron queriendo arreglar un desastre.
Lo que antes era lujo, hoy es ruido
China está blowing the whistle! Publicaron videos mostrando cómo se fabrican bolsos estilo Hermès y soltaron la lista de marcas de lujo que producen en fábricas chinas… y no marcas medianas, estamos hablando de Hermès, Prada, Armani, Balenciaga, Burberry, etc. Todo documentado.
Esto es un golpe para la industria del lujo, ya que en los últimos años el estatus se medía en etiquetas, en metros cuadrados, en likes acumulados. Pero el lujo —ese verdadero, el que se respira y no se presume— cambió.
No, no todos hacemos lo mismo: diseñador, comunicador y mercadólogo, explicado fácil
¿Vos sos diseñadora? Qué chivo, ¿y también hacés redes?
¿Entonces podés escribir el discurso del CEO para el newsletter?
¿Y no podrías llevarme la marca, pero completa?
A estas alturas ya lo sabemos: en Latinoamérica especialmente, ser “creativo” a veces significa que te ven como el todólogo oficial de la oficina. Pero no, no es lo mismo diseñar, que comunicar, que mercadear. Son tres carreras distintas. Con años de estudio, enfoques distintos y talentos únicos.
¿Querés saber la diferencia?
¿Qué tienen en común los políticos e influencers en LATAM?
En América Latina, el lujo se asocia principalmente con el estatus social. A menudo, las personas buscan marcas de lujo no solo por la calidad del producto, sino como una forma de elevar su posición dentro de la jerarquía social.
En muchas culturas latinoamericanas, el consumo de productos de lujo se percibe como un medio para destacarse y demostrar éxito, especialmente en economías donde los ingresos son más bajos en comparación con otras regiones.