The Eye Must Travel
A blog for design inspiration and exploration. We journey through the vibrant worlds of art, architecture, fashion, and interior design, uncovering the stories and creativity behind some of the most captivating visual experiences. I want to share the things I love. Join me as we travel through color, form, and style and get ready to see design through a new lens.
La trampa del “algún día”: por qué posponer tu estrategia te sale más caro
En el mundo de los negocios hay una frase que se repite como un mantra: “Ya lo veremos después”. Después de crecer. Después de vender más. Después de que haya tiempo.
El problema es que ese “algún día” casi nunca llega. Y mientras tanto, tu marca paga la factura.
Cuando la Constancia Vende Más que Cualquier Oferta
Imagina que estás vendiendo un producto que vale más de $200 dólares. No es el más barato del mercado. No es el que la gente compra “por si acaso”. Es una inversión consciente.
Ahora imagina que tu competencia publica cada semana en TikTok, Instagram y su precio no supera los $50. Que la gente te dice que si no haces lo que está en tendencia, no existes. Que mientras tú piensas en calidad y servicio, otros prometen resultados exprés.
El marketing de hoy son las ventas de mañana
Lo ves en todos lados: La recesión entra por la puerta y lo primero que vuela por la ventana es el presupuesto de marketing. Te explico por qué pasa eso, qué ideas equivocadas hay detrás… y qué dice la experiencia real.
Porque cuando el barco se tambalea, los capitanes buscan remar hacia la orilla más cercana: vender más, como sea. Así de claro. En tiempos de incertidumbre económica (recesión, inflación, bajo consumo), muchas empresas entran en modo supervivencia y piensan:
“Si no puedo bajar costos más, tengo que aumentar ingresos. ¿Cómo? Metamos más gente a vender”.
Reputación: el ingrediente que no podés quemar en tu marca
Todo empieza igual: alguien en una sala de reuniones (espero) dice “tengo una idea”. Y la idea, en su cabeza, es brillante. Distinta. Provocadora.
“Esto va a romper el algoritmo”, dicen mientras abren el Canva.
Lo que no siempre imaginan es que también puede romper la reputación de la marca. O peor: la conexión con su audiencia.
Labubus y por qué caemos en el marketing de la era emocional
Hace unos días vi un video de una influencer llorando porque no le salió el Labubu que quería. Era una mezcla entre tristeza real y drama para TikTok, de esos que no sabés si reírte, consolarla o salir corriendo a comprar uno, por si acaso. Y ahí fue cuando pensé: esto no es solo una moda rara, acá hay algo más profundo.
Vamos por partes.
Cuando lo barato sale caro (y lo trending no siempre sirve)
Hay una tendencia peligrosa en el mundo de las marcas: hacerle caso a la moda, al primo que “sabe de diseño”, al sobrino que le gusta la “foto”, o al proveedor más barato... y venir corriendo a buscar ayuda cuando ya se está quemando la cocina.
Y no te lo digo por teoría, te lo digo porque este año la mayoría de mis clientes no llegaron queriendo crear algo desde cero.
Llegaron queriendo arreglar un desastre.
No es hate: Tu marca no necesita otro TikTok
Abro Instagram, deslizo, y ahí está: la tipa de jeans, tenis blancos, top ajustado, glossy lipstick, uñas de acrílico, microfonito cuadrado en mano —o uno de esos minis que parecen sacados de un llavero— diciéndome cosas que no pedí saber. Sale de la nada, me lanza una transición brusca, me deja medio sorda con un audio saturado y se va. En 20 segundos, se supone que me convenció de comprar, opinar, cambiar de vida o mínimo quedarme. Y el peor error no es ella. Es que todas las marcas están haciendo lo mismo, sin importar si venden hamburguesas, seguros o ataúdes.
No, no todos hacemos lo mismo: diseñador, comunicador y mercadólogo, explicado fácil
¿Vos sos diseñadora? Qué chivo, ¿y también hacés redes?
¿Entonces podés escribir el discurso del CEO para el newsletter?
¿Y no podrías llevarme la marca, pero completa?
A estas alturas ya lo sabemos: en Latinoamérica especialmente, ser “creativo” a veces significa que te ven como el todólogo oficial de la oficina. Pero no, no es lo mismo diseñar, que comunicar, que mercadear. Son tres carreras distintas. Con años de estudio, enfoques distintos y talentos únicos.
¿Querés saber la diferencia?